True Crime: entre el entretenimiento y la ética, un desafío para la criminología moderna

Explora el impacto ético del true crime en las víctimas y su familia, y cómo los profesionales pueden abordar estos temas con responsabilidad.

María Sastre Martín

3/25/20258 min leer

El true crime ha ganado un lugar destacado en la cultura popular, atrayendo a millones a través de series, documentales y podcasts. Este interés masivo por los crímenes reales plantea serias cuestiones éticas: ¿cómo podemos explorar estas historias sin revictimizar? ¿Qué papel deben desempeñar los criminólogos en este fenómeno?

Este artículo aborda el impacto del true crime en las víctimas, la responsabilidad ética de los profesionales de la criminología y cómo evitar el sensacionalismo al tratar estos temas, con ejemplos concretos que han generado debate público.

El auge del true crime:

fascinación y dilemas éticos

El true crime no es un fenómeno nuevo, pero su popularidad ha crecido exponencialmente. Plataformas como Netflix, HBO o Spotify han impulsado este género, convirtiéndolo en una industria multimillonaria. Sin embargo, detrás del entretenimiento hay historias reales de dolor y sufrimiento.

Este consumo masivo plantea preguntas importantes: ¿se respeta la dignidad de las víctimas? ¿Se utiliza su tragedia como un producto comercial? Como señalan Mireia Cabero y Elena Neira, en artículos escritos por Núria Bigas Formatjé, el consumo excesivo de true crime puede generar "una falsa sensación de control y seguridad" al exponernos a información detallada sobre sucesos aterradores, pero también puede tener efectos negativos en nuestra salud mental, como ansiedad y un estado de alerta persistente. Este enfoque no solo perpetúa el dolor, sino que también trivializa la gravedad de los hechos.

La responsabilidad ética de la persona criminóloga

El papel de la criminólogoa no se limita al análisis técnico de los casos; también incluye una responsabilidad ética hacia las víctimas y la sociedad. Los códigos deontológicos de la criminología, como el del Colegio Profesional de Criminología de Cataluña, establecen que los profesionales deben ejercer su función con vocación de servicio a la sociedad y respeto a los derechos fundamentales. Esto implica evitar cualquier forma de revictimización, promover un enfoque educativo y preventivo, y trabajar desde una perspectiva interdisciplinaria que incluya aspectos psicológicos, sociales y legales.

En el contexto del true crime, esto significa rechazar prácticas que exploten el dolor ajeno y priorizar narrativas que respeten la dignidad humana. La ética profesional exige que los criminólogos actúen con responsabilidad, justicia, imparcialidad y dignidad, respetando los valores, creencias y derechos de las personas a las que se prestan sus servicios.

Impacto en las víctimas

El tratamiento mediático de los crímenes reales puede tener consecuencias devastadoras para las víctimas y sus familias. La repetición constante de detalles traumáticos no solo revive el sufrimiento, sino que también puede dificultar el cierre emocional. Además, muchas producciones omiten consultar a las personas afectadas o incluso tergiversan los hechos para aumentar el dramatismo.

Un claro ejemplo de la controversia que puede generar el true crime es el reciente caso del libro "El odio", escrito por Luisgé Martín, que narra la historia de José Bretón, condenado por el asesinato de sus hijos Ruth y José, de 6 y 2 años respectivamente, en 2011. La obra, que incluye correspondencia entre el autor y Bretón, ha provocado la indignación de Ruth Ortiz, madre de los niños asesinados.

Ruth ha denunciado la publicación ante la Audiencia Provincial y la Fiscalía de Córdoba, argumentando que vulnera el derecho a la intimidad y la propia imagen de sus hijos fallecidos. Aunque un juez ha autorizado la publicación del libro, destacando que restringir su distribución podría afectar el derecho fundamental a la libertad de expresión, ya que no se puede analizar en qué medida la obra infringe y vulnera el derecho al honor, la intimidad y la propia imagen de los menores sin tener acceso a la obra. La editorial Anagrama inicialmente suspendió su distribución mientras esperaba resoluciones judiciales, aunque defendiendo su publicación aunque defendiendo su publicación argumentando que el libro se aleja de cualquier intención que no sea la de presentar al lector la maldad del asesino sin justificar ni exculpar el crimen.

En este contexto, un análisis de Victoria Pascual Cortés en El Club de Criminología (2025) subraya que dar voz a criminales condenados, como en el caso del libro "El Odio", no solo puede legitimar conductas delictivas y normalizar la violencia, sino también revictimizar a las víctimas al priorizar la narrativa del agresor y relegar sus historias a un segundo plano. Este enfoque obstaculiza la reparación simbólica del daño y plantea serias cuestiones sobre la responsabilidad ética de las plataformas culturales al difundir narrativas que pueden incitar a la violencia.

Otro caso que ilustra el impacto del true crime en las víctimas es el de Gabriel Cruz, conocido como "El Pescaíto", un niño asesinado en 2018. Su madre, Patricia Ramírez, ha sido vocal al rechazar cualquier tipo de documental o serie sobre su hijo, argumentando que estas producciones aumentan el dolor y la revictimización. Ramírez ha expresado su frustración con la cobertura mediática que culpa a las víctimas y utiliza sus historias para beneficio propio, sin considerar el daño irreparable que causan a las familias afectadas.

Estos casos plantean importantes cuestiones éticas: ¿Es necesario que todo esté regulado por ley, o deberían la ética profesional y los códigos deontológicos ser suficientes para proteger la dignidad de las víctimas? ¿Dónde trazamos la línea entre el interés público y el respeto a las víctimas?

La reacción de Ruth Ortiz y Patricia Ramírez demuestran cómo la presión de las víctimas y la sociedad civil puede influir en la forma en que se tratan estos temas sensibles, incluso antes de que intervengan las instituciones legales. Estos casos subrayan la necesidad de un debate más amplio sobre la ética en el true crime y el papel que deben desempeñar los profesionales de la criminología en su tratamiento.

Un enfoque ético debería centrarse en humanizar a las víctimas, destacando sus historias más allá del crimen que sufrieron. Esto no solo ayuda a sensibilizar al público, sino que también fomenta una mayor empatía hacia quienes han vivido estas experiencias.

Cobertura mediática y su impacto en las víctimas

La cobertura mediática de crímenes violentos ha demostrado tener efectos profundos y, en ocasiones, devastadores en las víctimas y sus familias. Aunque los medios pueden desempeñar un papel positivo al generar empatía social y movilizar apoyo hacia las víctimas, también suelen incurrir en prácticas que exacerban el sufrimiento emocional y vulneran derechos fundamentales.

Uno de los problemas más recurrentes es la revictimización secundaria, que ocurre cuando los medios exponen detalles íntimos de la vida de las víctimas o sus familiares sin su consentimiento. Esto incluye la realización de entrevistas en momentos de alto estrés emocional, como funerales o procesos judiciales, lo que intensifica el impacto psicológico del trauma. Además, la repetición constante de imágenes relacionadas con el crimen puede desensibilizar al público mientras aumenta el dolor para los allegados de las víctimas.

Por otro lado, los medios suelen recurrir a prácticas como el uso de eufemismos o apodos para describir a las víctimas, lo que puede diluir su identidad y reducir la gravedad percibida del crimen. En algunos casos, incluso se "embellece" al victimario resaltando aspectos positivos de su vida, lo que genera una narrativa que indirectamente culpabiliza a la víctima. Estas prácticas no solo afectan la percepción pública del caso, sino que también dificultan el proceso de reparación simbólica para las familias afectadas.

Sin embargo, cuando la cobertura se realiza con sensibilidad y respeto, puede servir como una herramienta poderosa para acompañar emocionalmente a las víctimas y sus familiares. La humanización de las víctimas a través de imágenes o historias personales puede generar una conexión emocional con el público, ayudando a sensibilizar sobre la gravedad del crimen y fomentando un apoyo colectivo hacia quienes han sufrido.

En este contexto, es fundamental establecer normas claras para garantizar una divulgación responsable por parte de los medios. Las leyes y regulaciones deben proteger tanto la dignidad de las víctimas como el derecho del público a estar informado. Asimismo, es necesario promover una educación mediática que fomente prácticas éticas en la cobertura informativa, evitando el sensacionalismo y priorizando el respeto hacia quienes han sido afectados por estos hechos.

Implicaciones legales y sociales

El true crime también plantea importantes desafíos legales y sociales. Desde el punto de vista legal, es crucial evaluar cómo las leyes actuales protegen a las víctimas y sus familias frente a la explotación mediática. En muchos casos, las leyes sobre privacidad y derechos de imagen pueden ser insuficientes para prevenir la revictimización. Por ejemplo, la autorización judicial para la publicación del libro "El odio" destaca el conflicto entre la libertad de expresión y el derecho a la intimidad de las víctimas. El juez argumentó que restringir la publicación podría afectar el derecho fundamental a la libertad de expresión, ya que no se puede analizar en qué medida la obra conculca los derechos de los menores sin tener acceso a la obra.

Desde una perspectiva social, el true crime puede influir en la percepción pública del crimen y la justicia, afectando la confianza en el sistema judicial y la forma en que se abordan los delitos. Es fundamental que las leyes y regulaciones se actualicen para abordar estos desafíos, asegurando que se proteja la dignidad de las víctimas mientras se respetan los derechos fundamentales como la libertad de expresión. Además, la educación pública y la conciencia social sobre el impacto del true crime pueden ser herramientas clave para promover un consumo más responsable y ético de este tipo de contenido.

Evitar el sensacionalismo

Un reto necesario

El sensacionalismo es uno de los mayores riesgos del true crime. En busca de audiencia, muchas producciones exageran o dramatizan los hechos, convirtiendo tragedias reales en espectáculos morbosos. Este enfoque no solo desinforma al público, sino que también perpetúa estereotipos dañinos sobre las víctimas y los perpetradores.

Para combatir esto, es fundamental adoptar un enfoque basado en evidencias científicas y narrativas responsables. Esto incluye consultar fuentes fiables y contrastar información, evitar la glorificación de los criminales, y priorizar un lenguaje inclusivo y respetuoso con perspectiva de género.

Propuestas para un true crime ético

Para avanzar hacia un tratamiento más ético del true crime, se propone las siguientes acciones:

La humanización de las víctimas es crucial, destacando sus vidas e historias antes del crimen. Además, es importante utilizar estas narrativas para informar sobre prevención del delito y justicia restaurativa. La colaboración interdisciplinaria entre psicólogos, abogados y comunicadores es esencial para garantizar un enfoque integral. Finalmente, establecer guías claras para productores y periodistas sobre cómo abordar estos temas es fundamental para asegurar un tratamiento ético.

Conclusión:

hacia una criminología responsable

El true crime nos enfrenta a un dilema entre satisfacer la curiosidad pública y respetar la dignidad humana. Como profesionales de la criminología, tenemos el deber de liderar este debate desde una perspectiva ética e inclusiva. Solo así podremos transformar este fenómeno en una herramienta educativa que fomente la empatía y promueva una sociedad más justa.

En palabras inspiradas por Concepción Arenal: "La justicia no debe ser solo un ideal; debe ser una práctica cotidiana que respete siempre a quienes más han sufrido".

Referencias

Bigas Formatjé, N. (2023). Engancharse al 'true crime' afecta a la salud mental. UOC News. Recuperado de [https://www.uoc.edu/es/news/2023/115-engancharse-true-crime-afecta-salud-mental]

Bigas Formatjé, N. (2024). 'True crime': ¿entretenimiento o invasión de la privacidad?. UOC News. Recuperado de [https://www.uoc.edu/es/news/2024/true-crime-entretenimiento-o-invasion-de-la-privacidad]

Club de Criminología (2025). El odio y la revictimización. Recuperado de [https://clubdecriminologia.com/2025/03/22/el-odio-y-la-revictimizacion/]

Colegio Profesional de Criminología de Cataluña (2020). Código Deontológico. Recuperado de [https://colcrimicat.cat/codigo-deontologico/]

Tirant lo Blanch España (2024). True crime y ética: ¿Dónde está el límite?. Recuperado de [https://tirant.com/noticias-tirant/noticia-true-crime-y-etica-donde-esta-el-limite]

True Crime

entretenimiento, derecho de expresión y ética frente a la revictimización